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sábado, 4 de agosto de 2012

Pantanal-Buzios

El Pantanal - Buzios

Después de tanta naturaleza, partimos a visitar un antiguo pueblo colonial, a culturizarnos un poco con la Ciudad de Goias. Pero nos encontramos con todos los museos y las Iglesias cerradas por lo que bien nos vinieron unas cervezas en la calle -literalmente en la calle porque los locales ponen sus mesas ahí y los autos pasan esquivando a los clientes-. Parece que en Goias son fanáticos de las empanadas, porque además de muchos puntos de venta hay más de mil tipos, desde la clásica empanada de queso a queso-coco-chocolate pasando por múltiples variaciones.  Parecía casi un pueblo fantasma por lo vacías de sus calles, pero también esto ayudaba a poder ver lo lindo que era todo: el pueblo entre cerros, con calles empedradas que subían y bajaban a travesando un río que -a diferencia de los ríos que pasan por ciudades a los que estamos acostumbrados- tenía muchos y grandes pescados. Antiguos puentes de maderas, grandes iglesias, y todo bien colorido. Las heladerías vendían helados de muchos sabores, entre ellos, palta, para capear un poco el calor.


La ultima cena, sin saberlo seria el adiós a tan hermosa compañera.
Pd: Gracias Angelica por mandarnos comida pal camino.



Anita por Cidade de Gioas, Goias, Brasil.


Tomamos nuevamente la carretera en búsqueda de otro pueblo colonial con más vida, Pirenópolis. Y no dejamos de mencionar las bombas de bencina que nos hemos estado topando en el trayecto: no te venden hot dog y un helado en palito para comer, venden filete asado y todo tipo de esquisiteces (lo que no quiere decir que nosotros las compremos). Tienen baños ultra modernos, de esos con sensores para el agua, la cadena, el jabón y el papel. No hay que apretar nunca nada. Algunas -casi todas- hasta tienen wifi. Así es ser camionero en Brasil, todo un lujo.


El calor y la humedad fueron más, aquí se queda la clara la entrañable transparencia de tu querida presencia, hasta siempre cabellera. 



Un nuevo yo, mas adhoc a los 40°C.
Carretera en Goias.


Y llegamos a Pirenópolis, un pueblo a unas dos horas de Brasilia que se llena los fines de semana especialmente estos últimos años porque se ha puesto de moda entre la gente joven y los hippies, según nos contaron. Y obviamente tenía muchos bares y restoranes que estaban repletos el sábado y el domingo y cerraban el resto de la semana. No quisimos quedar fuera de onda y fuimosa una pastelería a comer un brigadeiro que no ha sido superado hasta ahora, esquisito. Ahí conocimos a un argentino que estaba viajando como nosotros (pero a pie) y nos recomendó un restorán tenedor libre al que fuimos y que costaba la módica suma de 1250 pesos chilenos. Como era de esperarse, no era la mejor comida del mundo, pero sí había carne, la que echábamos tanto de menos que no pudimos soportar la tentación de llevarnos unos pedazos en el bolsillo para comer al día siguiente a los pies de una de las cascadas que hay en los alrededores del pueblo, lo que convierte a Pirenópolis en algo así como el balneario de Brasilia. 

Caleta de maíz.
Carretera en Goias, Brasil.

Esperamos al lunes para pillar las carreteras desocupadas y nos fuimos a conocer la futurista capital de Brasil. Brasilia es una ciudad hecha de cero en los años sesenta, es una maqueta de un par de arquitectos llevada a la práctica, donde se reflejan los valores y la visión del mundo del hombre sesentero. Por ejemplo, en el centro de la ciudad hay una enorme antena de televisión con vista a todas partes, o mejor aún, el plano de la ciudad misma (gracias gps que nos dejaste verlo) tiene forma de avión y en la cabina del piloto están los edificios de gobierno. El Bonga se sintió muy a gusto aquí porque es una ciudad pensada para andar en auto: seis pistas por lado, infinitos pasos sobre nivel y tréboles. Casi no existen los semáforos ni mucho menos los tacos. Hay estacionamiento en todas partes, por lo que el Bonga pudo pasearse por todos lados, viendo los edificios futuristas (como el que tiene forma de júpiter por citar algún ejemplo). Lástima que justo nos tocó una huelga de funcionarios y no pudimos conocerlos por dentro. Eso sí que la casa del presidente no era la que decía el Lonely Planet, y la piscina con olas de la que hablaba estaba cerrada hace años, y ni siquiera existía el area de camping con el que nos habíamos hecho ilusiones. Lonely Planet, nos fallaste.

Soledad fiel.
Brasilia, Brasil.

Vista desde la torre de TV en el centro del avión hacia la cabina del piloto.
Brasilia, Brasil.

Pero no importa, igual nos encantó Brasilia, sobre todo la Catedral de Dom Bosco, el parque municipal, la embajada de Guyanas (donde nos recibieron con toda la calma y tiempo del mundo para contarnos un poco del mundo allá... en el último año habían tramitado unas 20 visas y eso que también se encargan de Perú, Argentina, Bolivia y Chile...  o sea no tienen mucha pega) y el restoran Porcao, un tenedor libre, pero esta vez uno bueno, el mejor  de la ciudad. Llegamos a comer a la hora de apertura y nos fuimos cuando estaban cerrando, todo el tiempo comiendo carne, camarones, sushi y otras esquisiteces. En la mesa de al lado habían dos gringos con acento de campesinos que terminaron en nuestra mesa, paseando en nuestro auto y acompañándonos a unas cervezas a la orilla del lago, en el barrio más elegante de Brasilia, claramente como fue de suponerlo ambos trabajaban para Jhon Deer y vivian en el interior de USA, casi cliché. Noche de rico para nosotros, gracias papis!. 

Catedral Metropolitana de Brasilia. 


La industria de la burocracia no descansa!
Congreso de Brasil, Brasilia, Brasil. 

Palacio do Itamaraty, Ministerio de Relaciones Exteriores, Brasilia, Brasil.

Seguimos en esto de las maravillas de la capital brasilera.
La cara lo dice todo...Hambre+Carne=Felicidad
Restoran Porcao, Brasilia, Brasil.
Sacando de a uno

Lado sur del lago artificial , barrio mas elegante de Brasilia

Puente que une el lado sur con el plano original, Brasilia, Brasil.

Ya en Brasilia empezamos a impacientarnos por llegar a las famosas playas brasileras, pero faltaba antes pasar por el estado de Minas Gerais, el que nos sorprendió para bien, sobre todo por el Inhotim, un museo de arte contemporáneo que queda en las afueras de la ciudad de Belo Horizonte y que tiene 98 hectáreas de parque y lagunas  muy bien cuidados. Las exposiciones están en edificios en medio del parque, uno más novedoso que el otro y hay hasta muestras en las que oyes el sonido de la tierra (tiene un micrófono enterrado en las profundidades). 

Una de las cuantas salas del Inhotim, Minas Gerais, Brasil.

Posando con new look

Una de las muestras era una casa entera roja, y entre las cosas había un cuaderno rojo abierto  que Santiago confundió con... no sabemos con qué... pero lo rayó y dejó sus saludos mientras nos despedían de la misma por arruinar el arte. Clásico shileno.

Hermano árbol

Sistema de aireación de una sala en Inhotim, Minas Gerais, Brasil.


Inhotim, Minas Gerais, Brasil.

Pasamos ocho horas en el Inhotim y no pudimos recorrerlo entero, pero sí salimos de ahí con una sobredosis de azúcar.  Lo más barato para almorzar era pagar, en un elegantisimo  y sobre-sofisticado restoran taquillero, el puro derecho al meson de postres... el cual se encontraba a distancia no tan prudente del resto de las cosas saladas... Esto derivo en que de vez en vez una temerosa pizza se escondiera en un inexpugnable castillo de flan o que tal vez un silencioso bistec se camuflara entre redondos cortes de torta de chocolate. Por desgracia para nuestro pancreas para llegar a estos manjares salados hubo que consumir montañas de blanca azucar. 

Anita con inocencia en su primer plato de solo postre...nivel de azúcar en la sangre ...aun bajo los 100.

Una última parada antes de las playas fue Ouro Preto, también en el estado de Minas Gerais. Este fue la capital del estado en los siglos pasados, el cual como lo dice su nombre fue el centro de la fiebre del oro en Brasil - fiebre aun mas fuerte que la dada en el clasico lejano oeste gringo- y es por esto que el pueblo es muy bonito y muestra la riqueza colonial del lugar, afortunadamente sin haber sido alterada con el tiempo. 

Vista a Placa do Tiradentes, Ouro Pretto, MG, Brasil.

Ouro Pretto, MG, Brasil.

Tuvimos la suerte de que justo esos días se estaba celebrando un festival de cine gratuito, asi es que pudimos ir a ver películas en un teatro antiquísimo muy bonito (lástima que haya sido opacado por el olor a humedad y baño público). Las películas eran de los setentas y aunque estaban en portugués tenian traducción... al francés. Pero creemos haber entendido igual.

Combinando con la ciudad
Ouro Pretto, MG, Brasil.

Paseando por las calles de piedra, entre shows de música y cientos de turistas (estamos casi seguros de haber visto a Pelé), nos hicimos pasar por potenciales compradores en las tiendas de quesos y pasteles (que son famosas en todo el país) y logramos llenar el estómago con las finezas del lugar.

Ouro Pretto, MG, Brasil.

Lamentablemente antes de partir Ouro Preto nos dejó un gustito amargo: el cajero automático nos tragó plata. Y habíamos sacado el máximo (lo peor de todo es que esto nos volvió a pasar más adelante). 
Pero no sacamos nada con amargarnos asi que nos fuimos a pasar las penas a Arraial do Cabo y apenas llegamos corrimos a darnos un chapusón en el Atlántico. A unos metros de la playa fuimos acogidos en el Parque Municipal donde nos quedamos unos cinco días, con wifi incluido (siempre hay alguien cuya clave es desde el 1 al 9). 

Vista desde nuestro parque en Arraial do Cabo,RJ, Brasil.

En arraial conocimos buena gente, entre ellos Pauliño -el dueño de una tienda de surf que presta los artículos por la buena onda- y un surfista musculoso que nos prestó sus tablas y nos quitó de las manos nuestro mapa de Brasil para rayarlo entero con recomendaciones. También conocimos a un italiano y su polola brasilera, Patricia, que nos invitaron a almorzar a un restoran flotante en la mitad del paseo en barco que hicimos para conocer las playas más lindas de Arraial (una de ellas elegida entre las 10 playas más linda del mundo según la Nat Geo). El paseo incluía bar abierto, y el restorán nos lo regalaron (quizás gracias a lo primero) asi es que estuvo de lujo.

"Si, si, muy interesante...ahora donde estaban esos free drinks?"
Arraial do Cabo,RJ, Brasil. 

Mordiste el limon de la caipirinha??
Arraial do Cabo,RJ, Brasil.

Y para seguir con el lujo  nos fuimos a alojar al que parecía el mejor hotel del lugar, con las comidas y todo incluido. Nos hacía falta un poco de glamour. Gracias mamis!
Estando en Arraial se cerraron las candidaturas para algún cargo político, diputados o alcaldes, no sabemos, pero sí comprobamos que la ciudad ama la política (cuestión que nos habían contado en otras partes cuando preguntábamos de arraial). Ese día todo el pueblo salió a las calles, se cortó el tráfico, había música, asado y cerveza por todas partes. Cuando empezó a oscurecer, los petardos y los fuegos artificiales casi nos dejan sordos.
Hasta que llegó un día que la playa grande -nuestra favorita- dejó de tener olas (pero sí tenía curiosamente un pinguino que andaba perdido) y decidimos buscar otro lugar para las playitas y el surf.
Y a una media hora encontramos Cabo Frío, donde están también las fábricas de trajes de baño. Nos compramos uno, pero a las dos semanas ya tenia oxidado el botón y el velcro despegado. Lo barato cuesta caro dicen. Pero la Playa de Cabo frío no nos gustó mucho asi es que partimos a Buzios.

Doing the laundry...bonga style
Cabo Frio, RJ, Brasil

En el camnio a Buzios una moto empezó a cruzarse y a tocar bocina. Nos fijamos que tenía un "yo amo Chile" pegado atrás, asi es que paramos. Era Vicente, un chileno que vive hace unos cuarenta años acá y que ya no habla ni español ni portugués y que nos invitó a alojar a su hotel a medio camino, a lo que dijimos si (o mejor dicho ¡¡¡¡¡¡si!!!!!!). Al llegar nos dimos cuenta de que algo había fallado en la comunicación porque era un motel. Pero después del entusiasmo desplegado ante la invitación nos quedamos ahí por una noche, para partir a Buzios en la mañana.

Buzios: Havaianas, el albiceleste de Argentina, en una vitrina...
Buzios, RJ, Brasil

En Buzios fuimos a estacionar nuestro hogar a la casa de Jaime Green (gracias Jaime, Xime y Matías!) y tomamos un bus directo al aeropuerto de Río, donde nos esparaba un vuelo con destino a...

La tierra de la libertad!!?
Pd: Foto de Google Imagenes, sory...no he pasado las mias.



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